Lynn R. Offermann
Los líderes también son vulnerables. Pueden dejarse arrastrar hacia el mal camino tal como sus seguidores; de hecho, pueden ser arrastrados por sus seguidores. Esto ocurre de diversas maneras.
A veces los buenos líderes terminan tomando malas decisiones porque seguidores bien intencionados concuerdan en una línea de acción y logran persuadirlos. Éste es particularmente un problema para aquellos líderes que atraen a seguidores fuertes y los dotan de poder. Tales líderes necesitan volverse más escépticos de la visión mayoritaria e impulsar a los seguidores a examinar sus opiniones más de cerca.
Otras veces, los líderes se meten en problemas porque están rodeados de seguidores que los engañan con adulación y los aíslan de las realidades incómodas. Los líderes carismáticos, que son los más susceptibles a este problema, deben hacer un esfuerzo adicional para sacar a la luz los desacuerdos y encontrar seguidores que no teman plantear las preguntas difíciles. Mecanismos organizacionales como la evaluación de 360 grados y el coaching ejecutivo pueden ayudar a estos líderes a revelar la verdad al interior de sus empresas.
Finalmente, los seguidores inescrupulosos y ambiciosos pueden terminar usurpando la autoridad al líder, hasta el punto en que éste se convierte en poco más que un mascarón de proa, con responsabilidad pero sin poder. No es mucho lo que los líderes pueden hacer para defenderse completamente de algún resuelto Yago corporativo, pero aquellos que comunican y viven un conjunto positivo de valores estarán mejor protegidos. Y dado que los seguidores tienden a seguir el modelo de sus líderes, los líderes rectos tienen menos probabilidad de rodearse de seguidores manipuladores.
En este artículo, Lynn Offermann, profesora de George Washington University, explora cada una de estas dinámicas en profundidad, argumentando que los líderes necesitan estimular el debate, procurarse amistades capaces de dar malas noticias, y comunicar y actuar a partir de un sólido conjunto de valores