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Julia Kirby
Al comienzo de este caso fi cticio, Ed Davidson está en la cima del mundo, literal y metafóricamente. Está en los Alpes suizos, camino a Davos para su primera participación como delegado en la conferencia anual del Foro Económico Mundial. Y tiene razones para creer que muy pronto será nombrado vicepresidente ejecutivo de su empresa, Carston Waite, y por ende de convertirse en el heredero declarado al puesto de CEO.
Hasta que suena su teléfono. Es su mentor, Frank Maugham, director de fi nanzas y miembro del consejo de administración de Carston Waite, que lo llama para darle la mala noticia. ¿David me pidió avisarte que no serás nombrado vicepresidente ejecutivo¿, le dice. ¿Al menos no por ahora. David quiere permanecer cerca del negocio¿. Pero Frank tiene un plan para cambiar la decisión del CEO.
Mientras tanto, Ed se siente traicionado y humillado, y su deseo de vengarse del CEO va en aumento. Para cuando se entera de que el plan de Frank ha fallado y que le ha costado su trabajo, Ed ya está inmerso en un complot propio. Ha ido a Davos porque David no pudo asistir; le corresponde dar el discurso del CEO en su lugar. ¿Por qué no usar esta oportunidad frente a una audiencia mundial para dar un golpe de gracia? Un psicoanalista, un psiquiatra, una consultora de coaching ejecutivo y un experto en gobierno corporativo comentan sobre el estado de ánimo de Ed y sobre el curso de acción apropiado. Son Kenneth Eisold, presidente de la International Society for the Psychoanalytic Study of Organizations; Dee Soder, fundadora y socia gerente de CEO Perspective Group; Jeffrey P. Kahn, CEO de WorkPsych Associates, y Charles M. Elson, director de la cátedra Edgar S. Woolard, Jr., de Gobierno Corporativo de la University of Delaware.
