Borja Díaz Rivillas
El final del segundo mandato del presidente Bill Clinton supuso un cambio importante en la estrategia de los EE.UU. hacia el conflicto armado colombiano.
Washington dejó de apoyar el proceso de paz, y pasó a tener un enfoque más belicista, que culminó con la aprobación por parte del Congreso de un paquete de ayuda de 1.300 millones de dólares con un alto componente militar en el presupuesto suplementario del 2000, como apoyo al Plan Colombia de Andrés Pastrana y a la región andina.
En la primera parte del presente texto se analizan los cambios y continuidades acontecidos en la política exterior de los EE.UU. hacia América Latina tras el final de la Guerra Fría y la evolución de las relaciones bilaterales entre Colombia y los EE.UU. En la segunda se exponen los motivos que llevaron a Clinton a incluir el asunto en su agenda política y a solicitar la ayuda al Congreso, y qué instituciones, grupos y personalidades jugaron un papel significativo en el diseño y en la aprobación del paquete de ayuda. Se argumenta que la apertura de la ventana para semejante cambio fue el fruto de la confluencia en el tiempo del recrudecimiento de los problemas de Colombia, de los cambios en la opinión pública estadounidense en vísperas de un cambio de Administración y de las campañas de los grupos de interés. Estos aspectos fueron aprovechados por determinados emprendedores políticos para hacer valer sus soluciones. Se concluye que la aprobación de la ayuda evidencia dos aspectos fundamentales: 1) el interés de los EE.UU. por acabar con grupos insurgentes desestabilizadores para sus intereses y cómo estas intenciones se encubren bajo «la guerra contra las drogas»; 2) los intereses políticos domésticos siguen condicionando las estrategias antinarcóticos en los países productores y pese al fracaso de las acciones centradas en el lado de la oferta, la clase política estadounidense persiste en culpar a Colombia del fuerte consumo de drogas en los EE.UU., para evitar así afrontar responsabilidades políticas.
An important change in the U.S. strategy towards the Colombian armed conflict took place at the end of president�s Clinton second tenure. Washington ended its support to the peace process and shifted its policy to a militaristic approach that culminated in the approval of an aid package worth $1.300 million with a strong military component in the 2000 supplemental budget to back Andres Pastrana�s Plan Colombia and the Andean Region.
In the first part of the article and in order to understand the environment in which the aid was granted, the paper analyses the changes and continuities in U.S. foreign policy towards Latin America in the aftermath of the Cold War as well as the evolution of U.S.- Colombian bilateral relations. In the second part, I point out the reasons behind Clinton�s inclusion of this issue in his political agenda and his request to Congress. I also explore the role that institutions, groups and individuals played in the design and the approval of the aid package. I argue that the opening of a window opportunity for such a change was the result of the worsening of Colombian problems, changes in U.S. public opinion on the eve of a change of Administration and interest group campaigns. Some political entrepreneurs took advantage of these events to push for their solutions.
I conclude that the approval of the aid package shows two relevant factors: 1) U.S.
interest in undermining insurgent groups seem as destabilizing for their interests and how these policies are presented as «drug war» initiatives; 2) domestic political interests still determine anti-narcotic strategies in producer countries in spite of the lack of success of anti-drug initiatives on the supply side and U.S. politicians persist on blaming Colombia for the high drug consumption in the U.S. to avoid confronting domestic political responsibilities