En la muy proclamada guerra por los talentos, a nadie le sorprende que las empresas inviertan mucho tiempo, dinero y energía en la contratación y retención de las grandes estrellas. Para la mayoría de los CEO, reclutar estrellas, o actores A, es simplemente más divertido. Primero, los jóvenes astros a los que entrevistan les recuerdan a ellos mismos a esa edad. Segundo, su brillo y su empuje son contagiosos; da gusto compartir el tiempo con ellos. Además, en estos tiempos difíciles, cuando los negocios quiebran a diestra y a siniestra, aquellos que parecen ser capaces de cambiar radicalmente el desempeño de una empresa son casi irresistibles.
Pero nuestra comprensible fascinación por estas estrellas puede hacernos caer en una peligrosa trampa, que es la de subestimar la importancia de los actores de reparto. Es verdad que los actores A pueden hacer una gran contribución al desempeño de la empresa. Pero, como descubrieron los autores, el desempeño de las empresas a largo plazo, e incluso su supervivencia, depende mucho más de los compromisos y aportes silenciosos del elenco de apoyo. Capaces y constantes, estos actores B son los mejores actores de reparto en el mundo de los negocios.
Es común que las empresas no perciban el importante papel que los actores de reparto desempeñan en salvar a las organizaciones de sí mismas. Son un contrapeso para las ambiciones de los grandes visionarios, cuyas fortalezas más apreciadas, si son llevadas hasta el extremo, pueden derivar en comportamientos imprudentes o volubles. En tal sentido, los actores B actúan como cables a tierra para los carismáticos actores A que, de otro modo, podrían desestabilizar la organización. Por desgracia, las organizaciones rara vez aprenden a valorar a sus actores B de modo que sea beneficioso para la empresa y estos empleados.
Este artículo le ayudará a repensar el papel que juegan los actores B en su organización. Los autores le mostrarán cómo guiar y nutrirlos para asegurar su participación continua en la empresa.