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Stephanie Williams, Leslie A. Perlow
Muchas veces, con la mejor intención, la gente decide que permanecer en silencio es más productivo que discutir las diferencias. Piensan que no hay tiempo o que no se saca nada con ir contra lo que el jefe dice.
Pero como lo demuestra la nueva investigación de las autoras, el silencio no suaviza las cosas ni hace a la gente más productiva. Solamente oculta las diferencias y puede poner en movimiento poderosas fuerzas destructivas. Cuando las personas callan sus diferencias importantes se llenan de ansiedad, rabia y resentimiento. Mientras el confl icto no se resuelve, sus sentimientos reprimidos permanecen latentes, haciéndolas más desconfi adas, autoprotegidas y mucho más temerosas, como si hablar fuera a producirles vergüenza o rechazo. Su sensación de inseguridad crece, lo que genera más actos de silencio, autodefensa y desconfi anza. Se pone así en funcionamiento una destructiva ¿espiral de silencio¿. Tarde o temprano, se dan por vencidas mentalmente, a veces haciendo lo que les dicen sin poner nada de su parte y, otras, sembrando descontento y frustración en su lugar de trabajo, lo que puede llevarlas a ellas, y a otros, a irse de ahí sin pensarlo más.
Estas nocivas espirales de silencio pueden ser reemplazadas por espirales virtuosas de comunicación, las que requieren de individuos que tengan el coraje para actuar en forma diferente a los demás y ejecutivos capaces de crear condiciones bajo las cuales la gente valore la expresión de las diferencias. Muy a menudo, detrás de un producto fracasado, procesos interrumpidos y decisiones erradas de carrera laboral, hay personas que prefi rieron callar. Romper el silencio puede dar origen a un fl ujo de ideas frescas desde todos los niveles de la organización, los que podrían llevar su desempeño a alturas insospechadas.
