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Nicholas G. Carr
A medida que la tecnología de la información se ha vuelto más poderosa y omnipresente, las empresas la consideran cada vez más como un elemento clave para su éxito. Un claro reflejo de ello es la fuerte inversión en hardware y software. Los directores ejecutivos siempre hablan del valor estratégico de la IT y cómo pueden aplicarla para lograr una ventaja competitiva. Pero lo que torna un recurso de negocios en algo verdaderamente estratégico y permite a las empresas obtener ventajas competitivas es la escasez y no la omnipresencia. Sólo se aventaja a los rivales al hacer algo que ellos no pueden hacer.
La IT es la última de una serie de tecnologías ampliamente adoptadas ¿piense en el ferrocarril o el generador eléctrico¿ que han transformado la industria en los dos últimos siglos. Por un lapso breve, mientras se incorporaban al comercio, estas tecnologías crearon vastas oportunidades para las empresas en la vanguardia. Pero a medida que su disponibilidad aumentaba, y sus costos bajaban, estas innovaciones se ¿comoditizaron¿. Desde un punto de vista estratégico se tornaron invisibles, perdieron importancia. Exactamente lo mismo ocurre con la IT y las implicancias son profundas. En este artículo, el editor de HBR Nicholas Carr sugiere que la gestión de la IT debería dejar atrás su glamour y centrarse en reducir riesgos en vez de generar oportunidades. Por ejemplo, las empresas deberían prestar más atención en asegurar las redes y la protección de datos. Aún más importante, deben manejar con mayor dinamismo los costos de la IT. La IT tal vez no le ayude a obtener una ventaja competitiva, pero fácilmente lo puede colocar en una desventaja en los costos. Si, como muchos ejecutivos, usted resolvió adoptar una postura más conservadora ante la IT, entonces invertir con sobriedad y pensar con pragmatismo lo pondrá en el rumbo correcto. El desafío será mantener la disciplina cuando la economía retome su fuerza.
