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¿Qué podría ser más fundamental para la gestión, o más difícil, que motivar a la gente? Después de todo, por defi nición un gerente es alguien que logra que el trabajo se haga por medio de otros. ¿Pero cómo? La receta típica de la motivación es una mezcla de persuadir, alentar y obligar. Sin embargo, los mejores líderes, sospechamos, no necesitan receta: ellos logran que la gente produzca grandes resultados apelando a sus impulsos, necesidades y deseos más profundos. Eso es lo que descubrimos cuando le pedimos a una docena de entre los líderes más destacados del mundo que describieran cómo cada uno de ellos enfrentó un tremendo desafío motivando a un individuo, un equipo o una organización.
Sus respuestas son tan variadas como la naturaleza humana. Algunos de los líderes apelan a la necesidad de la gente de orden y racionalidad: Robert Eckert, de Mattel, enfatiza el poder de la confi anza que da la entrega de un mensaje consistente; el enfoque de Carly Fiona, de HP, es enfrentar las duras verdades y establecer metas graduales. Algunos, como el famoso oceanógrafo Robert Ballard, el CEO de Pfi zer, Hank McKinnell y el presidente de BP America, Ross Pillari, resaltan el poderoso efecto motivador de pedirle a la gente que venza desafíos difíciles. Otros se orientan más hacia el espíritu humano, apelando al deseo de la gente de hacer algo ¿raro, maravilloso y duradero¿, como dice Chris Bangle, de BMW.
Y más de alguno inspira con el ejemplo, como hizo el presidente del directorio de Dial, Herb Baum, cuando donó US$ 1.000 de su propio bono a cada uno de los 155 empleados con los sueldos más bajos de la empresa. ¿Si uno limita su propia codicia, y los empleados lo ven¿, dice, ¿van a ser increíblemente leales y van a desempeñarse mucho mejor para uno¿. Baum tiene números para probarlo. ¿En este momento¿, agrega, ¿estamos experimentando nuestro nivel más bajo de rotación de personal en 11 años y estamos avanzando hacia otro año estelar, porque la gente está contenta¿.
