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La ambiciosa obra de Alexander von Humboldt se enmarca en el periodo de transición entre la Ilustración y el Romanticismo, época caracterizada por la difusión de la ciencia moderna y del cambio penúltimo en el sistema colonial. El saber científico llega a América y ésta es estudiada desde un punto de vista moderno; el viejo imperio español termina, mientras otras naciones europeas consiguen dominar el mundo colonial.
Estos cambios se muestran en las obras dedicadas por Goethe al ya antiguo tema de Fausto, a la vez que en la monumental vida y obra de Humboldt. Éste aparece, pues, como un personaje fáustico que, gracias a su proximidad a la ciencia y al poder, logra un cambio total en la cosmovisión de la cultura de la época. Este cambio oscila entre una aproximación intelectual y otra estética, una despótica y otra liberal.
En este sentido, Humboldt queda en la historia tanto como el héroe libertador, como el colaborador de empresarios y déspotas; tanto como el sensible viajero como el científico apasionado por comprender el mundo americano. Pero permanece, siempre, como el gran difusor de los saberes y sentimientos modernos sobre el inmenso mundo americano.
