En un breve período de tiempo, Córcega ha cambiado profundamente, aunque todavía debe recuperarse de un letargo provocado por siglos de abandono y de falta de determinación para definir su propio camino. La isla es víctima de un sentimiento que combina la necesidad y el miedo a existir en tanto que nación específica. La complejidad del problema corso, entre otros muchos factores, se debe a los profundos desequilibrios existentes en la sociedad civil.