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Ana Ibiza García-Junco
El Catastro constituye hoy un gigantesco banco de datos inmobiliario con múltiples aplicaciones públicas y privadas. Con una utilidad predominantemente fiscal, ofrece una perfecta descripción de los bienes, entre cuyos datos figura la referencia catastral, código alfanumérico que, como medida de lucha contra el fraude, ha devenido desde 1997 identificador general de los inmuebles. La utilidad general que tiene este registro exige que su contenido esté actualizado, para lo que lo que la ley ha establecido un suministro de información inmobiliaria obligatorio para los particulares, y determinadas Administraciones e instituciones públicas. Dado el protagonismo de los notarios en el tráfico jurídico inmobiliario, este estudio se centrará en las relaciones entre éstos y la institución catastral, que no sólo van a suponer una mejora importante en la gestión del Catastro, sino también del propio contenido del documento notarial
