La importancia de la ciencia y la tecnología como fuente de competitividad en las sociedades desarrolladas ha hecho que su fomento sea un objetivo prioritario de todas las administraciones públicas, desde la europea hasta la regional. Sin embargo, las políticas de I+D+i comunitarias todavía no logran la deseada eficacia en la conversión de conocimiento en riqueza, a través de la actividad innovadora de las empresas. Los debates actualmente en curso apuntan a que existe mayor voluntad política para aumentar el peso del fomento de la innovación en los programas comunitarios, con acciones que deberían materializarse coincidiendo con el próximo Programa Marco. En estas acciones, las administraciones regionales, mucho más próximas a las empresas, especialmente a las pymes, deberán jugar un importante papel.