José Manuel Martínez-Pereda Rodríguez
En esta primera entrega de su trabajo, el autor examina la evolución de la figura del consentimiento en el ámbito penal, que tuvo su primer exponente jurisprudencial en la clásica sentencia del TS del 10 de marzo de 1959, cuyo texto ha sido objeto de comentario en no pocas ocasiones por los especialistas. Si la culpa penal en este supuesto -cercenamiento de raíz del miembro viril por error grosero en una intervención de hernia- rodea en exclusiva al equipo médico, en otros, como el de las transfusiones, los efectos del consentimiento se proyectan además sobre terceros, como por ejemplo, el juez o los familiares de un menor que profesan la religión de testigos de Jehová y tratan de impedir que sea tratado mediante transfusión sanguínea, situaciones que el jurista examina, entre otros supuestos.