La televisión se ha convertido en un fenómeno que inquieta a la mayor parte de la sociedad. Pero inquieta y enamora, ambas cosas a la vez. La belleza de las imágenes, su ritmo trepidante, las tramas, complicadas o sencillas, pero emotivas siempre, enganchan a los telespectadores, que buscan, después de una dura jornada de trabajo o como colofón a un día complicado sentarse delante del televisor y descansar. Pero pocas veces lo consiguen, pocas veces la televisión responde a nuestras expectativas. En la mayoría de las ocasiones defrauda y en muchas nos hace ver lo que no queremos ver, asistir al espectáculo al que en condiciones normales nunca asistiríamos. Y así, defraudados, descontentos con nosotros mismos, nos volvemos contra el medio criticándolo. Tenemos razón, pero hemos perdido la congruencia en alguna medida. Y es que la televisión está llena de contradicciones. A una de ellas nos referimos en este artículo; a la contradicción de estar insatisfechos, completamente insatisfechos, pero a seguir siéndole fieles, absolutamente fieles.
This paper analyzes how television often disappoints the viewer, although he or she will anyway continue watching what he or she did not mean to watch. The author asserts that there is a deep lack of knowledge of the medium, whereas television is affected by prepotency, by the tendency to abuse freedom of speech, by the lack of a more profound self-conscience of the great social responsibility it entails to be a source of role models, of cultural trends. This paper reaches the conclusion that it is necessary to open a wider space for the study of mass media in the school curricula, to create Self-regulatory Boards and Audiovisual Councils to make recommendations about contents and about the sector itself, and to insist on the social responsibility of the medium.