Este ensayo analiza el giro que están tomando los esfuerzos internacionales, en especial en el marco de la onu, para combatir el terrorismo a partir de la prohibición de su financiamiento. Aunque el cambio de dirección los precede, los ataques terroristas del 11 de septiembre hicieron de dicho objetivo uno de los principales frentes. El análisis muestra cómo la lógica de esta estrategia financiera tiene su origen en la cruzada contra las drogas y contra el lavado de dinero de finales de los ochenta e identifica, también, sus principales limitaciones. El argumento central es que la tipificación financiera del terrorismo no sólo lo vacía de toda complejidad política, sino que tiene el desafortunado efecto de convertirlo en un simple crimen económico. La autora concluye que el éxito de los esfuerzos internacionales contra el terrorismo dependerá no tanto de la atención que se preste a su financiamiento como de la consideración de aspectos más complejos, entre los que se encuentran la motivación ideológica y la economía informal del apoyo popular