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La creciente preocupación por la presencia de manifestaciones violentas en televisión ¿uno de los principales agentes de configuración de la realidad individual y colectiva en las sociedades modernas¿ se ha traducido en una miríada de investigaciones que, pese a su omnipresencia, suelen excluir los textos publicitarios. Y es que, si bien el discurso publicitario se ha caracterizado tradicionalmente por su exclusión terminante de la violencia, hoy se ve obligado a convocar en sus mensajes lo pulsional¿violento para romper la barrera de la inatención de un telespectador literalmente anegado por miles de interpelaciones mediáticas antitéticas. El problema es que este tipo de provocación publicitaria basada en la violencia conduce a una crisis de la textualidad misma, pues la única manera de inscribir lo pulsional¿violento en el texto no es precisamente haciendo de ello algo utilitario e instrumental, sino a través de un modo tal de acotación de la violencia que, del lado de lo simbólico, haga de ella algo humanamente asumible
