En abril la OTAN celebrará su cincuenta aniversario en Washington. Aunque sus miembros tienen razones para festejar el éxito histórico de la Alianza, sería peligroso caer en la complacencia. Europeos y norteamericanos mantienen diferencias sobre cuestiones fundamentales. Por otra parte, en el ejercicio de nuevas tareas, subyace una falta de ambición estratégica.