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Nicolás Carrasco García
Durante el cuarto trimestre de 2000, la tasa de variación anual del IPC prosiguió la evolución alcista que había mantenido a lo largo del año y cerró el ejercicio en el 4,0 por 100, tres décimas por encima de la registrada en el pasado septiembre y 1,1 puntos más que la tasa de inflación con la que terminó el año anterior. A este incremento contribuyeron tanto los componentes del Indice General más volátiles, los precios de los combustibles y carburantes y los de la alimentación no elaborada, como los de evolución más regular, los servicios y los bienes industriales no energéticos. Detrás de esta aceleración se encuentran los efectos directos e indirectos del encarecimiento del precio del petróleo en euros y un adverso comportamiento de los alimentos no elaborados a los que se unió el efecto de "vacas locas" en diciembre.
