Es conocida la constante actividad publicitaria que llevan a cabo los Estados. Lo es más el hecho, fácil de refutar históricamente, de que la comunicación es un elemento consustancial al mantenimiento del poder. Pero ¿cuál es el origen del consolidado papel que en calidad de anunciantes hoy ejercen los Estados? ¿Es ¿social¿ la publicidad de la Administración? ¿Con qué otros fenómenos tiene que ver? Reflexionar sobre estas cuestiones desde una revisión conceptual y un enfoque crítico es el objetivo de este artículo.