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El ambicioso objetivo de promover la mejora de las condiciones de vida y de trabajo puso sobre la mesa de las discusiones comunitarias el temo de la reducción y de la reorganización del tiempo de trabajo ya desde los inicios de la existencia de la Comunidad. Mediante una rápida aproximación histórica se recuerdan las diferentes iniciativas propuestas por la Comisión en el curso de los años 70-80 en materia de reducción del tiempo de trabajo.
La adopción en diciembre de 1989 de la Carta Comunitaria de los Derechos Sociales Fundamentales, que fija como objetivo la mejora de las condiciones de vida y de trabajo, llevó a la Comisión a someter al Consejo una proposición de directiva referente a algunos aspectos de la ordenación del tiempo de trabajo. Esta proposición fija todo un zócalo de disposiciones de base con vistas, sobre todo, a proteger la salud de los trabajadores y asegurar la seguridad en el trabajo: los tiempos de descanso mínimo por día y por semana; las condiciones mínimas que determinan el recurso al trabajo por turnos y, en particular, el trabajo nocturno; la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores en los casos de cambios de ritmo en la ordenación del tiempo de trabajo, Sin embargo, la proposición de la Comisión no trata más que de algunos de los aspectos de la duración del trabajo. Para otros, a juicio de la propia Comisión, el ámbito más adecuado le parece el constituido por el diálogo social que, en el nuevo marco definido por los interlocutores sociales el 31 de octubre último y recogido por el protocolo de los once adoptado por la Conferencia Intergubernamental sobre la Unión Política, podrá encontrar por la vía de convenios las soluciones más adecuadas y equilibradas tanto para los trabajadores como para las industrias.
