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Lluis Fina Sanglas
En la historia del ya antiguo y recurrente debate sobre la duración del tiempo de trabajo, la década de los 80 se caracterizará por dos rasgos. Primero, por la creciente sofisticación de los términos en que éste se ha planteado y la progresiva configuración de un nuevo consenso sobre algunos puntos concretos. Segundo, por la aparición o el reforzamiento de determinados fenómenos o tendencias, tanto en el ámbito de los mercados de trabajo como en el conjunto de la sociedad, que tienen consecuencias muy importantes no sólo para la organización del tiempo de trabajo, sino para la organización del tiempo en general. Individuos, familias, empresas, sindicatos y autoridades públicas se enfrentan a múltiples demandas de lo que aparece ya, aunque de forma incipiente, como una nueva cultura de la organización del tiempo. De cómo respondan a estas demandas dependerá la configuración final de esta "nueva cultura.
En estas notas se pretende presentar los grandes rasgos de este proceso de cambio. En un primer apartado, se describen las modificaciones experimentadas por el debate mismo. En los dos apartados siguientes se consideran algunos de los factores de cambio -y de resistencia al mismo- tanto desde el lado de los trabajadores como desde el lado de las empresas. Finalmente, se presentan algunas reflexiones sobre las consecuencias que todo ello puede tener para la elaboración de medidas que impulsen, en un sentido positivo, el desarrollo de esta "nueva cultura".
