El debate sobre crecimiento de la población mundial y sus implicaciones se ha reavivado, a partir de los datos de la undécima edición de las Proyecciones de las NU, difundidas el pasado año. Este artículo analiza el marco teórico y las hipótesis básicas, con que se han elaborado dichas proyecciones, así como sus principales resultados para la población española, situados en el contexto de la evolución futura de la población mundial. Sí en la pasada década de los ochenta, España se ha convertido en un país de inmigración neta, este rasgo se acentuará a partir de la segunda mitad da los noventa, cuando accedan al mercado de trabajo las generaciones estrechas, nacidas tras el espectacular descenso en curso de la fecundidad.
Las proyecciones de las NU están divididas en dos partes: una retrospectiva, que reconstruye las serias históricas de todos los indicadores demográficos de la población mundial desde 1950; y otra prospectiva, que incluye las proyecciones de población propiamente tales de más de 200 países y áreas geográficas, hasta el horizonte del 2025. Se establece como punto da partida de dichas proyecciones el año 1985.
Esta segunda mitad del siglo XX junto con los próximos cincuenta años constituye un siglo absoluto inédito en la historia de la humanidad. En el transcurso de una sola generación, la población del mundo se ha duplicado, al pasar de 2.500 millones en 1950 a 5.000 en 1987, manteniendo una tasa de crecimiento anual del 1,9 por 100 en promedio. Ahora bien, lejos de mantenerse estable, dicha tasa tras haber alcanzado un máximo histórico superior al 2 por 100 en la segunda mitad de los sesenta, se redujo sensiblemente hasta situarse en el 1,74 por 100 en la segunda mitad de la década siguiente. Pero, últimamente, en el primer quinquenio de los ochenta se observa un estancamiento en la desaceleración del crecimiento de la población mundial.
Más allá de esta evolución global, las poblaciones de las diferentes regiones del mundo atraviesan por fases distintas de la transición demográfica. Este proceso designa el paso desde un régimen tradicional de equilibrio demográfico caracterizado por tasas de mortalidad y natalidad muy altas a invariables, a un régimen moderno de equilibrio con tasas da mortalidad y de natalidad muy bajas y de nuevo estables. Los países industriales han concluido este proceso, de forma gradual, en el transcurso da los dos últimos siglos. Los países en vías de desarrollo han iniciado todos la primera fase de descenso de la mortalidad, y, desde la década de los setenta, se constata un descenso de la fecundidad en la gran mayoría de ellos, ceo la excepción de África y Asia Occidental, persistiendo en ellos todavía un pujante ritmo de expansión demográfica.
Las NU se refieren al modelo de la transición demográfica, a la hora de establecer sus hipótesis de fecundidad y de mortalidad en las proyecciones de las diferentes poblaciones. Suponen, así, que todos les países atraviesan o atravesarán uno tras otro el proceso de transición, de tal manera que todas las poblaciones van a alcanzar situaciones estacionarias en momentos diferentes. En los países en desarrollo, se producirá un descenso progresivo de la fecundidad en cada uno, hasta estabilizarse a nivel de reemplazo, en un determinado momento futuro, según la variante media. Para los países industrializados se supone, por el contrario, una recuperación muy suave hasta un nivel de estabilización de 1,94 hijos por mujer, en al período final de las proyecciones, según la misma variante. Un cierto factor "normativo" o "endógeno" de atenuación de los desequilibrios parece tamizar, así, las hipótesis de fecundidad implícitas en estas proyecciones, dejando expuesto a las críticas de los expertos el "talón de Aquiles" de toda la construcción.
Con toda probabilidad la población mundial alcanzará los 6.000 millones, antes de final de siglo. Durante el período completo de proyección 1985-2025, el aumento total superara los 3.600 millones de seres humanos; ahora bien, el 95 por 100 de esa cifra corresponderá a los países en desarrollo. Su ritmo de crecimiento anual se desacelera de década en década, desde el 1,74 por 100 hasta el 0,98 por 100 en el último quinquenio de proyección. Las tasas de variación de los tres grandes grupos de edad, determinantes de la modificación en el tiempo de la estructura por edades, serán muy disparas de unas regiones a otras del planeta. Concretamente, la población en edad de trabajar apenas aumentará al 0,2 por 100 al año en las economías industriales, durante las cuatro décadas da proyección, mientras que en las economías menos desarrolladas persistirá en el 2 por 100 el ritmo anual de crecimiento de la oferta potencial de mano de obra. El potencial migratorio del contraste entre estas evoluciones es manifiesto, aunque su concreción en flujos reales de migrantes Sur-Norte vendrá determinada por otros múltiples factores.