Bruno Trentin subraya la imposibilidad, hoy en día, de eludir vínculos fundamentales como el ecológico, el internacional, el impuesto por el movimiento femenino y el que se deriva de las "exigencias vitales de la persona humana". El sindicato, pues, debe revisar radicalmente su estrategia, sus prioridades reivindicativas, su misma noción de sindicato, ya que no es suficiente "asumir nuevas instancias y sumarlas a las viejas". Una opción se impone: resignarse a sobrevivir como confederación de corporaciones, o volver a ser "intérprete de los intereses fundamentales de una parte muy grande de la sociedad". En otras palabras, "el sindicato debe cambiar la imagen". Además, debe adoptar un "proyecto" claro, democráticamente definido y seguirlo en todas sus vicisitudes, porque no es posible una redefinición cada día: "Un sindicato sin proyecto, o que se resigna a administrar lo existente, pierde su autonomía cultural y política, sin necesidad de correas de transmisión o de colateralismos".