El objetivo de este artículo es analizar las consecuencias del proceso de integración europea de la economía española sobre los márgenes de maniobra de la política de empleo. La economía española parte de una situación relativamente estable en términos de desempleo y de nivel de productividad en comparación con los países centroeuropeos, el éxito de la integración en la comunidad requiere satisfacer dos requisitos que en el pasado han sido compatibles entre sí. Por un lado, para reducir el diferencial de productividad y, a la vez, absorber el desempleo acumulado es necesario mantener de forma duradera ritmos de crecimientos superiores a los niveles medios de la comunidad. Pero, por otro lado, es imprescindible alcanzar simultáneamente, un grado razonable de convergencia con las políticas económicas practicadas en el seno de la comunidad para mantener niveles similares de estabilidad y equilibrio. Todo ello implica restricciones muy severas que obligan a la política económica a actuar con dosis importantes de complejidad. El artículo analiza especialmente las repercusiones en el terreno de la determinación de las rentas, de la reforma del mercado de trabajo y de la articulación entre las políticas presupuestaria, monetaria y cambiaria.