En su versión más ortodoxa, la teoría económica neoclásica ha ocupado un lugar preferente en las discusiones de política económica de América Latina en los últimos años. De acuerdo con esa doctrina, el mecanismo del mercado, al operar en forma totalmente libre, asigna los recursos productivos en la forma más eficiente posible. Cualquier interferencia de la política estatal con esa asignación conduce a una pérdida de eficiencia y a una disminución del ritmo de crecimiento de la economía con respecto al óptimo que podría obtenerse mediante el libre juego de las fuerzas del mercado. Las virtudes del cuerpo principal de esta teoría económica para interpretar la realidad han sido probadas en más de dos siglos de vigencia. Pero no se justifica por ello olvidar las limitaciones importantes que tiene el funcionamiento del mercado ni las diferencias que se presentan en ese funcionamiento en las distintas etapas de desarrollo de los países. En el período histórico en que iniciaron sus procesos de industrialización, los países actualmente desarrollados aplicaron políticas de participación activa del Estado, combinadas con el libre funcionamiento del mercado, y elaboraron teorías que dieron respaldo técnico a esas políticas.
Aunque estas experiencias han sido estudiadas y son conocidas en los círculos académicos, se citan muy poco en las discusiones de política económica de nuestra región. Por esa razón, en este ensayo me propongo recordar las ideas que orientaron la evolución de dos políticas económicas importantes: la de Estados Unidos y la de Alemania. Por falta de espacio no abordaré el caso del Japón, que también puso en práctica en el siglo pasado políticas que combinaban la acción estatal y la privada. Los dos primeros casos servirán como antecedente en este ensayo para examinar las ideas de Prebisch y de la CEPAL aplicadas al caso de América Latina.