Hasta hace pocos años, el sistema financiero mexicano se caracterizaba por ser poco profundo y tener un desarrollo desigual de los intermediarios, principalmente de los no bancarios. Además, un porcentaje significativo de la población económicamente activa no tenía acceso a los servicios financieros formales. Para afrontar esta situación y poder desarrollar el enorme potencial del sector financiero del país, se está llevando a cabo un gran esfuerzo en materia legislativa que permita regular el sector de manera integral de forma que, respetando sus principios esenciales y su organización tradicional, incorpore al sistema todo el entramado del sector de ahorro y crédito popular que hasta ahora transcurría por cauces paralelos.