Debemos asumir que los sujetos de derecho tienen género y, por ende, todas las relaciones sociales lo tienen también. Históricamente las civilizaciones han contribuido a privar a la mitad de la población mundial, en cada época, del ejercicio de los derechos fundamentales. La apuesta por la democracia hoy en África implica el reconocimiento de tales derechos y debe concretarse en normas jurídicas igualitarias. Hay que comprometerse con una nueva construcción de las relaciones sociales desde esta perspectiva que permitirá evidenciar la intrínseca igualdad de los sexos a la hora de desarrollar sus competencias sociales.