El socialismo de nuestros autores participa de la utopía ilustrada de la Revolución Francesa y de la creencia en una sociedad más justa, solidaria y racional del socialismo francés, apreciándose de modo particular la impronta del pensamiento de Proudhon, Jaurés y Péguy. Denuncian la voracidad del capitalismo por sacralizar el derecho de propiedad. El universo es para el capitalismo aquello que debe ser explotado. El capitalismo burgués atenta contra la dignidad humana porque aisla a los seres humanos en la medida en que los envilece. El burgués es el hombre que ha perdido el sentido del Ser y de la Libertad y que no se mueve más que entre las coasa privadas de su misterio. El burgués persigue el beneficio capitalista que provoca un doble parasitismo, uno contra la Naturaleza y el otro contra el Hombre mismo. El régimen capitalista cuestiona el valor de la democracia al implantar una aristocracia de hombres ambiciosos que roe por un lado la voluntad electoral y la libertad neutralizando por otro el poder ejecutivo provocando la incompetencia. El socialismo no lo hemos inventado nosotros, dicen nuestros autores, ha nacido de la miseria de los hombres y de sus denuncias frente al desorden establecido que les oprime. El error del liberalismo económico radica en reducir el hombre al "homo oeconomicus" identificando la actividad humana con el simple afán de lucro, reduciendo sus motivaciones a la mera rivalidad e intriga. El socialismo trata de implantar una sociedad justa en la que la amistad sustituya a la guerra y la educación ocupe el lugar de la esclavitud y la tiranía