Raquel Marina Hernández
El colapso del sector publico ha propulsado una escalada de vulnerabilidad que no retrocede ante la espontaneidad de la solidaridad civil. cierto es que los nuevos movimientos sociales y su acción no institucionalizada atienden con gran éxito valores emergentes como la calidad de vida, la protección del medio ambiente e, incluso, el permanente reto de integrar en un universal "nosotros" a quienes el paradigma económico margina y califica de improductivos; pero la envergadura del problema exige mas que la recomposición del pacto político que dio origen al estado de bienestar, por apremiante que resulte la necesidad de conciliar los viejos actores sociales -partidos, parlamento, gobierno- y los nuevos -individuos, estructuras intermedias, nuevos movimientos sociales y organizaciones voluntarias-. la cuestión de nuestro tiempo no es otra que la formación de una ciudadanía responsable capaz de alentar el espíritu comunitario, y que duda cabe, que la dignificación de la vejez ofrece una oportunidad magnifica para poner a prueba la lógica de la donación que desafía al nuevo orden. (a.)