Benjamín Angel
Tras más de cinco años de existencia, el euro se ha impuesto progresivamente como segunda gran divisa internacional, detrás del dólar y muy por delante del yen. A finales de 2003, el euro se utilizaba en el 30 por 100 de las obligaciones internacionales existentes (excluidas las emisiones nacionales), en el 45 por 100 de las nuevas emisiones (en igualdad con la divisa estadounidense) y en más del 25 por 100 de las transacciones realizadas en los mercados de cambios. El euro servía como referencia única de anclaje para las monedas de una treintena de países, y otra decena de países lo incluía en una cesta de divisas de referencia. Por otra parte, debido al dinamismo de la industria turística europea, el euro tiende a imponerse como divisa de referencia en la mayoría de las zonas turísticas del planeta (a excepción del continente americano), y va en aumento su proporción en la facturación de los intercambios comerciales internacionales y en las reservas de los bancos centrales. La internacionalización creciente de la divisa europea lleva, naturalmente, a los operadores a seguir atentamente las evoluciones de su cotización. Tras recordar los fundamentos y la evolución de la política de cambio del euro, el presente artículo intentará pasar revista a los acuerdos de cambio que vinculan otras monedas a la moneda europea.