William Wallace
El comienzo de un nuevo año es un buen momento para marcar prioridades en materia de gestión de recursos humanos. En este artículo el autor defiende el argumento de cuál es la descompensación entre nuestras convicciones y los deseos de mejora, por un lado, y los pocos logros tangibles, por otro, lo que hace que la Dirección de RR.HH. se desgaste tanto.
Dadas las presiones del día a día, la enorme cantidad de posibles proyectos de mejora y los escasos recursos de los que disponemos, es difícil encontrar la manera de priorizar y planificar en todas las áreas, en general, y en Recursos Humanos, en particular. El autor explica cuál es la descompensación entre nuestras convicciones, los deseos de mejora y los pocos logros tangibles, y concluye asegurando que tenemos suficientes problemas con sacar la nómina cada mes como para, además, elegir entre las iniciativas o las crisis de turno. Si enfocamos nuestros esfuerzos hacia el rendimiento, primero, y la eficacia, después, a la vez que empleamos los recursos informáticos con un poco de imaginación, podemos ver como año tras año avanzamos de forma tangible.