Como había ocurrido con las artes plásticas y con el cine en la época de la dictadura, a partir de la finales de los 70, con la transición a la democracia, la publicidad va a asumir el papel de muestra y de proyección exterior de buena parte de los cambios producidos en la sociedad española. Aunque en la mayoría de los anuncios se perciben los cambios en el estilo de vida y los valores en alza, como una sensibilización social hacia los nacientes temas de consumo y de identificación social, la publicidad en absoluto se siente ajena a los debates de la transición democrática y de este país. En España, se pasa de la propaganda política a la publicidad política.