Víctor Küppers
En un entorno tan competitivo como el actual, en el que hay muy pocas diferencias entre los proveedores, nuestra presencia será imprescindible en la medida en que aportamos valor. Cuando dejemos de aportar valor, es decir, cuando el hecho de que estemos o no en ese puesto no influya en los resultados finales, entonces correremos peligro. La actitud de las personas que trabajan en una empresa es su principal activo, ya que la empresa vive de las ganas de aportar, de crecer, de mejorar y de luchar de sus personas.
Las personas se pueden clasificar, entre otras, en dos categorías: las que saben y las que no saben, y las que quieren y las que no quieren. No hay que conformarse con las que saben, hay que buscar también las que quieren, que son las que tienen las actitudes adecuadas. La gran diferencia entre dos personas está en su actitud, en sus ganas de movilizar sus mejores esfuerzos y capacidades, para así, relativizar sus ataduras genéticas. Para ello cuenta con cuatro herramientas: la automotivación, la proactividad, la cestión de las emociones y la comunicación interpersonal.