Cuando una política económica resulta desacertada, ello no supone el descrédito y revocamiento de los principios teóricos sobre los que dicha política se asentaba. Es necesario distinguir la ciencia denominada economía política de la política económica, la economía teórica de la normativa. Existen equívocos respecto del término normativo introducido por la filosofía positivista. Es esta filosofía la que torna problemática la relación entre economía y ética. Para los adeptos a la filosofía positivista, la ética no es propiamente un saber, una ciencia. El carácter científico de la ética descansa en la validez de sus enunciados teóricos, que suponen la comprensión esencial del hombre y de las exigencias que implica su naturaleza. La economía positiva tiende a configurarse como economía positivista en defensa de su autonomía y en reacción ante los fervores "etocráticos".Es necesario situar a la economía en un marco conceptual adecuado en el que las nociones de justicia y bien común otorguen sentido y finalidad ala actividad económica. Sólo sobre ese basamento filosófico se harán inteligibles las relaciones entre Economía y Ética, como asimismo cobrarán significación moral la libertad, la propiedad y el mercado.