Existe una polémica de base ética en torno al actuar económico. El problema es fundamentalmente un problema de conflicto entre fines inferiores y superiores. Los teólogos morales sitúan la "bondad" o "maldad" de acciones o actitudes en su contribución al bien buscado a la larga y en su conjunto. La Doctrina Social de la Iglesia resume la experiencia histórica comunitaria de los efectos que sobre el bien a la larga y en su conjunto producen acciones políticas y sistemas económicos. Esta valoración ética no puede prescindir de los aportes de la ciencia económica. El error ético fundamentalista es la omisión de la mediación científica. En el caso del cristiano, no se trata de hacer "buenas" obras para validar su fe. El papel de la fe es quitar el impedimento que a ellas se opone. El "acontecimiento" de Jesús de Nazareth es normativo para los creyentes cristianos, como lo son el Dios revelado en El, y la comunidad por El establecida. El eje del "buen" actuar está expresado en su "nuevo" mandamiento: "ama al prójimo como a ti mismo". El leit motif de la enseñanza social de la Iglesia es la dignidad de la persona humana. Su principal documento es el capítulo III de la Constitución Pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II. Este leit motif se encuentra también desarrollado en diversas Encíclicas de los papas, en el Magisterio Latinoamericano (Documento de Medellín y de Puebla), en el Magisterio de la Conferencia Episcopal Chilena para Chile, en el Magisterio Diocesano de Santiago, para Santiago. También aportan a la Doctrina Social de la Iglesia los teólogos que interpretan los "signos de los tiempos" latinoamericanos a la luz del Evangelio. A la luz de todo lo anterior se pueden discernir con más realismo las "productividades" y "contra productividades" que conducen a la evaluación ética cristiana del actuar y de los sistemas económicos.