Durante mucho tiempo el progresismo ha sido predominante en los Estados Unidos, no obstante desde la década del cincuenta es posible advertir un proceso de recuperación del pensamiento conservador y de sus proyecciones sobre el debate público y la escena política. A lo mejor, este fenómeno es, en parte, el resultado del trabajo de algunos pioneros así como también la consecuencia de la acción corrosiva del igualitarismo. El propio Lord Acton, a fines del siglo pasado, anticipó los dramáticos alcances de esa corrosión y durante los años 30 todas sus prevenciones ya se habían hecho realidad. Sobre el particular, es mucho y a veces muy valioso lo que se ha escrito, pero quizá todavía está pendiente la gran crónica de la declinación del progresismo de izquierda norteamericano. El siguiente trabajo se encamina por una dirección muy distinta, no aspira a grandes ajustes de cuentas y se plantea en un terreno que está más próximo al reportaje periodístico que al ensayo genuinamente reflexivo. Su propósito no es describir el contenido del movimiento conservador norteamericano, sino celebrar las contribuciones de tres de sus paladines.