El éxito económico de países como Hong Kong ha contradicho el pensamiento político y económico dominante a partir de la última guerra mundial. También ha dejado entrever que el desarrollo es un fenómeno que está más relacionado con el trabajo, la creatividad y la vigencia de políticas racionales que con la riqueza de recursos naturales, la ayuda extema o la planificación económica estatal. Hong Kong proporciona el ejemplo de una economía que ha prosperado por encima de toda suerte de restricciones y adversidades. La pobreza podrá ser un círculo, pero la experiencia comprueba que en caso alguno es un círculo vicioso. En sus alcances más controvertibles, el autor postula, en la parte final de su trabajo, la eventual autonomía de las libertades económicas y políticas.