Este ensayo, al igual que el de Fukuyama, aunque desde otra perspectiva, constituye un análisis del clima de nuestro tiempo. Señala el autor que nuestro continente aparece desprovisto de un gran proyecto colectivo, capaz de crear futuro y absorber la memoria dormida de los pueblos. La pregunta por el sentido y los ejes de la historia presente del continente aparece como difícil de formular. Estamos centrados, sostiene Hopenhayn, en una vida cotidiana cuyos rasgos son el pequeño proyecto, la discontinuidad, la incertidumbre, el cambio y la fragmentación, vida que, por lo demás, no es la misma para todos. Surge, entonces, la interrogante de cómo constituir, poblar de sentido y llenar de goce esta vida