Muchas voces defienden la tecnocracia como la solución ideal para los periodos de agitación política. Es en esos momentos cuando los ciudadanos demandan la pericia, la capacidad y la objetividad que, en principio, asiste a los tecnócratas. Aunque parece difícil rebatir las ventajas de un sistema tecnocrático, un análisis más profundo permite advertir que, elevada a su máxima expresión, la tecnocracia podría no solo deteriorar la calidad democrática de un país, sino incluso eliminar la democracia en sí misma.