María Cecilia Roa García, Alejandro Quecedo del Val, Nils Lagrève, Ana Manuela Amaya Morales
Cañaverales, en el sur de La Guajira (Colombia), corre el riesgo de convertirse en un lugar ensombrecido, como les pasó a otras comunidades que desaparecieron con las minas de carbón a cielo abierto. Estos pueblos no están conectados a la red nacional de energía, y, quizás por eso, aunque sus hábitos de vida cambiaron con el uso de los combustibles fósiles, mantienen relaciones cercanas con la energía directa del sol, el viento, el agua y los alimentos —que tienden a esfumarse con la expansión de la modernidad—. La desaparición de estas formas de obtener energía es una pérdida paradójica: justo cuando es urgente dejar de quemar combustibles fósiles, la minería de carbón borra formas de relacionamiento con la energía que han funcionado por siglos en su sencillez, su escala y su ética con el territorio. Este artículo busca enmarcar el riesgo de desaparición de ciertas formas de relacionamiento con la energía, en la paradoja de los lugares amados / lugares sombra. Cañaverales representa a miles de pueblos del sur global que han mantenido vínculos de cuidado, asombro, sintonía y reciprocidad con sus territorios, que llamamos lugares amados y que se resisten a transformarse en proveedores de energías renovables o fósiles para otras partes del mundo (lugares sombra). La extracción de carbón del territorio de Cañaverales representa el borramiento o desaparición forzada de formas particulares de relacionamiento con la energía, lo que convierte sus éticas y estéticas en memoria y espectro.
Cañaverales, a community in southern La Guajira (Colombia), is at risk of becoming a shadow place, much like other villages that have vanished due to open-pit coal mining. These towns, disconnected from the national energy grid, have maintained close relationships with natural energy sources—such as the sun, wind, water, and food—despite the lifestyle changes brought by the use of fossil fuels. These connections, however, are steadily eroded by the encroachment of modernity. The disappearance of these traditional energy practices is a profound paradox: at a moment when the urgency to cease burning fossil fuels is clearer than ever, coal mining erases age-old energy practices that have thrived in simplicity, small scale, and ethical harmony with the land. This article explores this paradox through the lens of beloved places and shadow places. Cañaverales represents thousands of communities across the Global South that have sustained relationships of care, awe, reciprocity, and attunement with their territories—what we call beloved places. These communities resist being reduced to mere suppliers of renewable or fossil energy for distant regions, becoming instead shadow places. The extraction of coal from Cañaverales symbolizes the erasure and forced disappearance of these deep-rooted relationships with energy, transforming their ethics and aesthetics into memory and haunting specters of what once was.
Cañaverales, no sul de La Guajira (Colômbia), corre o risco de se tornar um lugar-sombra, como aconteceu com outras comunidades que desapareceram com as minas de carvão a céu aberto. Esses vilarejos não estão conectados à rede nacional de energia e, talvez por esse motivo, embora seus estilos de vida tenham mudado com o uso de combustíveis fósseis, eles mantêm relações estreitas com a energia direta do sol, do vento, da água e dos alimentos — que tendem a desaparecer com a expansão da modernidade. O desaparecimento dessas formas de energia é uma perda paradoxal: justamente quando é urgente parar de queimar combustíveis fósseis, a mineração de carvão apaga formas de relacionamento com a energia que funcionaram durante séculos em sua simplicidade, escala e ética territorial. Este artigo procura enquadrar o risco dedesaparecimento de certas formas de relacionamento com a energia no paradoxo de lugares amados / lugares-sombra. Cañaverales representa milhares de povos do Sul global que mantiveram vínculos de cuidado, admiração, sintonia e reciprocidade com seus territórios, que chamamos de lugares amados e que resistem à transformação em fornecedores de combustíveis renováveis ou fósseis para outras partes do mundo (lugares-sombra). A extração de carvão do território de Cañaverales representa o apagamento ou o desaparecimento forçado de formas particulares de se relacionar com a energia, o que transforma sua ética e estética em memória e espectro.