Gonzalo Contreras
En “La estética del silencio”, ensayo publicado en 1967, Susan Sontag define los objetivos éticos y estéticos del arte moderno, según los cuales la tarea del artista, considerada como “actividad absoluta”, en su búsqueda por expandir los límites de la conciencia humana debe forzosamente concluir en el silencio, la abstracción total, la total autonomía del mensaje y, finalmente, la ruptura del propio instrumento. Este texto, muy “de época”, es sin embargo un buen punto de partida, argumenta Gonzalo Contreras, para hacer un análisis del estado actual del arte y del quiebre dramático con los motores vitales que movilizaron la creación artística durante toda la llamada modernidad.