George J. Stigler
En este ensayo, escrito en 1964, George J. Stigler, Premio Nobel de Economía (1982), recientemente fallecido, sostiene que las recomendaciones de los economistas respecto de las funciones que corresponden al Estado en la vida económica de nuestra sociedad carecen en general de fundamentos empíricos y teóricos. Desde Adam Smith en adelante, afirma Stigler, los economistas se han referido tanto a la conveniencia como a la inconveniencia dela intervención del Estado en determinados ámbitos de nuestra vida económica sin establecer los costos y beneficios de marcos institucionales alternativos. En opinión del autor, sin embargo, ésa es la misión del economista; por consiguiente éste no debe aconsejar a los gobiernos si no dispone de pruebas sobre los efectos de las medidas que propone. Tradicionalmente, no obstante, el principal instrumento de demostración empírica de los economistas ha sido la anécdota. Una forma alternativa a la evidencia empírica de fundar una recomendación de política, según Stigler, puede proceder de la teoría. Así, por ejemplo, la preferencia por el libre comercio se puede basar en la aceptación de la teoría clásica de las ventajas comparativas. Con todo, la teoría no parece ser adecuada como plataforma de recomendaciones de política por tres razones. Primera, porque la teoría presenta relaciones generales, de modo que definir qué parte de la misma es relevante en un contexto específico constituye un asunto empírico. Segunda, por la dificultad práctica de traducir teorías a recomendaciones de política. Por último, debido a la ambigüedad esencial que presentan los sistemas teóricos respecto de los asuntos de política pública. Lo que se requiere, entonces, es una teoría específica de políticas públicas o bien un número mayor de estudios empíricos serios sobre los efectos de determinados cursos de acción en el ámbito público. Finalmente, Stigler señala que esta es la era de las "investigaciones cuantitativas", la que en el campo de la economía constituye una revolución científica que está alcanzando ya a las políticas públicas y que pronto planteará demandas ineludibles a los economistas.