Daniel Loewe
El artículo examina cómo se debe responder en las democracias liberales a la diversidad de las sociedades plurales contemporáneas. Critica una respuesta común e influyente en la actualidad que recurre a las políticas de identidad y a la ciudadanía diferenciada, que sancionan diferentes derechos, libertades y deberes según la identidad y pertenencia de las personas. El artículo sostiene que esta respuesta se basa en malas teorías y tiene consecuencias sociales deplorables y peligrosas. Para ello se examinan críticamente diversas propuestas teóricas y sus implicancias prácticas: los argumentos igualitarios, los que recurren a la autonomía, los del reconocimiento, las propuestas convencionales constitucionales y las revoluciones cultu-rales. El resultado del análisis es que, según los casos, las políticas de la identidad y las ciudadanías diferenciadas destruyen la igualdad ciudadana, generando privilegios según el origen; restringen la libertad y autonomía de los miembros de los grupos; se basan en concepciones reduccionistas de los seres humanos; conducen a políticas conserva-doras y reaccionarias; son una fábrica de conflictos sociales; sancionan positivamente prácticas inaceptables, y aspiran mediante mecanismos ingenieriles a controlar totalitariamente a las personas y la sociedad. En las democracias liberales la integración social debe ocurrir de forma que se instale una ciudadanía igualitaria en la cual se establezcan y garanticen los mismos derechos, libertades y deberes para todos los ciudadanos, independientemente de su origen. Esta es una respuesta emancipadora que permite a las personas perseguir los fines que estimen valiosos, sean estos culturales, religiosos o idiosincráticos, desligando lo que cada cual puede alcanzar de su origen.
This article examines how liberal democracies should respond to the diversity of contemporary plural societies. It critiques the common and influential response of resorting to identity politics and differentiated citizenship, which sanction different rights, freedoms and duties according to people’s identity and belonging. It sustains that this response is based on flawed theories and has negative social consequences. The article critically examines various theoretical proposals and their practical implications: egalitarian arguments, autonomy arguments, recognition arguments, conventional constitutional proposals and cultural revolutions. The analysis reveals that identity politics and differentiated citizenships can undermine citizen equality by creating privileges based on origin, limiting the freedom and autonomy of group members, relying on reductionist views of human beings, promoting conservative and reactionary policies, generating social conflicts, endorsing unacceptable practices, and seeking totalitarian control over people and society through engineering mechanisms. In liberal democracies, social integration must occur through egalitarian citizenship that establishes and guarantees the same rights, freedoms, and duties for all citizens, regardless of their origin. This is an emancipatory response that allows people to pursue whatever ends they deem valuable, whether they are cultural, religious, or idiosyncratic, disassociating what each individual can achieve from their origin.