El modelo alimentario actual es responsable de una distribución desigual de los alimentos a escala global, provocando situaciones de inseguridad alimentaria que sufren millones de personas en todo el mundo. Desde el punto de vista de la salud, promueve un patrón alimentario global profundamente insano, puesto que se basa en productos industriales colmados de grasas poco saludables, moléculas sintéticas o azúcares causantes de una gran parte de las enfermedades no transmisibles. A esto se une, que casi un tercio de la población mundial no tiene acceso a una alimentación adecuada, pero sí tiene acceso a estos productos procesados y ultraprocesados que son más baratos, con lo que vuelve a ser la población con una situación de mayor vulnerabilidad y menores recursos la más afectada en su derecho a una alimentación adecuada.