En las últimas décadas, el aumento de precios de los alimentos básicos no se ha debido a una escasez de alimentos, sino a factores financieros y especulativos que han alterado la economía de los productos agrícolas. Tanto en 2011 como en 2022, las reservas mundiales de alimentos eran más que suficientes para satisfacer la demanda, incluso en casos de déficit extremo, un hecho que contrasta con el alza de los precios. De hecho, el periodo 2003-2004 tuvo las menores reservas y un déficit de oferta, pero los precios de los alimentos fueron mucho más bajos que en años posteriores.