El derecho a la alimentación es un derecho humano fundamental reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos. No se limita a garantizar la mera ausencia de hambre, sino que establece la obligación de los Estados de adoptar todas las medidas necesarias para asegurar que cada persona tenga acceso, de manera regular y sostenible, a una alimentación adecuada. Este derecho se fundamenta en la premisa de que la alimentación no es solo un insumo biológico, sino un componente esencial de la dignidad humana. Como tal, está intrínsecamente ligado a la justicia social, la sostenibilidad ambiental y el desarrollo equitativo de las sociedades.