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Ana María Escuderos Marín
El trabajo social y la intervención social desde diferentes perfiles profesionales, en Castilla La Mancha, ha ido creciendo al mismo tiempo y siempre al lado del Sistema Público de Servicios Sociales. Esto ha podido generar una confusión entre ambos conceptos, que ha llevado implícito un devenir hacia la gestión, dejando a un lado, otras alternativas preferidas más propias de la relación de ayuda que deberían caracterizar nuestros contextos de intervención. Por otro lado, el desgaste que en demasiadas ocasiones acumulan los profesionales de los servicios sociales públicos, muchas veces, generado por intervenciones ineficaces y cronificadas, que se han basado en la reiterada tramitación de ayudas y recursos, sin conseguir que en las personas y familias se generen cambios duraderos. Son elementos muy potentes, que empujan a realizar una revisión crítica de los modelos utilizados hasta el momento. Los nuevos modelos de trabajo colaborativo en general, y la práctica narrativa en particular, nos puede permitir recobrar nuestra identidad profesional. Narrar y re-narrar como queremos que sean nuestras intervenciones, deconstruyendo el contexto creado y construyendo escenarios alternativos, nos dan la posibilidad de imaginar una historia distinta mejor valorada, en la cual, la relación con las familias a las que ayudamos sea diferente.
Social work and social intervention from different professional profiles, in Castilla La Mancha, has been growing at the same time and always next to the Public System of Social Services. This may have generated a confusion between both concepts, which has implicitly led to a move towards management, leaving aside other preferred alternatives more typical of the helping relationship that should characterize our intervention contexts. On the other hand, the wear and tear that, on too many occasions, public social services professionals accumulate, often generated by ineffective and chronic interventions, which have been based on the repeated processing of aid and resources, without achieving lasting changes in individuals and families. These are very powerful elements, which push us to carry out a critical review of the models used so far. New models of collaborative work in general, and narrative practice in particular, can allow us to recover our professional identity. Narrating and re-narrating how we want our interventions to be, deconstructing the created context and building alternative scenarios, give us the possibility of imagining a different story that is better valued, in which the relationship with the families we help is different.
