Miguel Antonio Gayoso Díaz
El Plan de Recuperación surgió como respuesta integral a la crisis sanitaria derivada de la COVID-19, cuya magnitud trascendió el ámbito de la salud, impactando profundamente en las economías globales. Ante esta situación, la Unión Europea implementó una respuesta igualmente inédita, marcadamente distinta a las estrategias adoptadas en crisis económicas anteriores. Esta respuesta se materializó en el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, un instrumento que, por primera vez en la historia de la Unión Europea, mutualizó la deuda entre los Estados miembros. Este mecanismo puso a disposición de los países un volumen sin precedentes de recursos financieros, condicionado a la aprobación de reformas estructurales y a la ejecución de inversiones estratégicas. En el caso de España, dada la magnitud de los fondos asignados, se han puesto en marcha diversas inversiones estratégicas que incluyen áreas clave: transición ecológica, transformación digital, cohesión social y territorial y la igualdad de género. Adicionalmente, España ha impulsado un conjunto ambicioso de reformas que abarcan todos los niveles de la sociedad, desde la reforma del sistema de pensiones y del mercado laboral hasta la modernización del sistema fiscal. Estas reformas también abarcan ámbitos esenciales como la competitividad empresarial, la investigación e innovación, la transición sostenible y la mejora del sistema educativo. El esfuerzo conjunto en inversiones y reformas ha posicionado a España como uno de los países con mejor desempeño entre las economías occidentales, registrando niveles de crecimiento superiores incluso a los de Estados Unidos.