Reino Unido
Toda cultura refuerza el orden vigente y, simultáneamente, brinda enfoques alternativos. Toda forma de comunicación simbólica es ambigua por naturaleza. La subcultura juvenil es un reducto particular de “lo sagrado” en la sociedad contemporánea. Atendiendo a lo que postula Víctor Turner, la autora sostiene que la juventud es un estadio “liminoide” del ciclo vital, definido por el empleo de símbolos “contrarios a las estructuras”, mediante los cuales se expresa una forma de solidaridad social específica de la edad: una communitas. La música rock contiene ambas facetas de esta paradoja. La indumentaria y los gestos a que da lugar, las técnicas musicales y las letras de las canciones despliegan significados anárquicos que rompen con los tabúes o son ambiguos desde el punto de vista expresivo: es lo “antiestructural”. La communitas se perfila en símbolos ritualizados que dan cuenta de la identidad grupal y se manifiestan, sobre todo, en el compás machacón de la música, en la moda compartida y en el ídolo de turno, el cual funciona como un “totem” de carácter sagrado. Los jóvenes de estratos inferiores hacen hincapié en los elementos rituales; los de estratos superiores desarrollan, en cambio, los símbolos “contrarios a las estructuras”, en una dirección en extremo individualista. La relación entre lo “antiestructural” y la communitas es, en ocasiones, simbiótica y otras veces contradictoria, en especial cuando expresa una tensión entre los diversos sectores sociales