Rafael Balza García
Ya en la tercera parte de la Introducción a la Crítica de la Razón Pura, Immanuel Kant nos habla de la necesidad de una “ciencia que determine la posibilidad, los principios y la extensión de todos los conocimientos «a priori»”, señalando con esto una cierta dirección en el pensamiento filosófico. Una dirección enmarcada en el problema de los límites (internos y externos) y en las posibilidades (del conocimiento). Trecientos años después, y dentro de una amplia gama de problemas filosóficos que emergieron en los dos últimos siglos, el eco de esa necesidad, hasta cierto punto, se ha materializado; si bien no en una ciencia como tal, sí en la base epistémica y en las interrogantes que han dado forma a gran parte de los movimientos filosóficos después de él. A partir de Kant uno de los problemas clave, primero como problema epistemológico en él y, luego como problema lingüístico en todo el siglo XX, fue el de los límites y las posibilidades como tema filosófico en sí mismo; casi como una herramienta metodológica o como términos técnicos. El siguiente trabajo abordará la importancia y la forma cómo tales conceptos se convirtieron en una herramienta y en un problema filosófico como tal a partir de Kant, articulándose y emergiendo primero en un contexto epistémico y, posteriormente, tomando fuerza en un contexto lingüístico en el siglo XX; marcando ampliamente la reflexión filosófica contemporánea sobre el problema de la conciencia, la comprensión, la ciencia o la cultura.