El término conectividad es de uso general e implica la capacidad de conexión entre los distintos componentes de un sistema determinado. En el ámbito medioambiental el término conectividad tiene sus propios significados. La fragmentación y aislamiento de los ecosistemas naturales con el desarrollo de la agricultura es un tema recurrente en la biología de la conservación desde los años 1980, ya que favorece las extinciones locales y dificulta los procesos de recolonización, produciendo un empobrecimiento de los ecosistemas en los fragmentos aislados. Una manera de contrarrestar estos efectos es crear una red de corredores con una estructura similar a los ecosistemas naturales que (re)conecten los fragmentos aislados.
La definición de la conectividad hidrológica admite varios matices, pero, simplificando, podemos decir que se refiere a la capacidad del agua para moverse a través del paisaje. El agua o, mejor, sus flujos, es un agente esencial de transporte de solutos y material particulado en suspensión dentro de un ecosistema y entre ecosistemas dentro de paisajes y regiones. La importancia de la alteración de la conectividad hidrológica en el funcionamiento ecológico no puede ser minimizada. Para los organismos acuáticos (p. ej. peces) o con fases de desarrollo acuáticos (p.ej. anfibios u odonatos) la conectividad hidrológica en la red de drenaje puede asimilarse laxamente a los corredores que referíamos en el párrafo anterior.
En este artículo centramos nuestra atención en una perspectiva que obvia los efectos biológicos y se fija en la conectividad hidrológica desde el punto de vista de la transferencia de flujos de agua desde el terreno fuera de la red de drenaje hacia la red de drenaje y en las conexiones entre cauces en zonas de cabecera de la red drenaje como elementos básicos del movimiento de agua, solutos y sedimentos en el paisaje. Hay que hacer notar que en la consecución de objetivos medioambientales el incremento de la conectividad biológica suele ser positivo, pero, como veremos, el incremento de la conectividad hidrológica es negativo.
Los agroecosistemas se caracterizan por una alteración importante de la estructura de la vegetación y del suelo respecto al ecosistema original que fue transformado. El grado de alteración depende del tipo de ecosistema original, el cultivo al que ha sido transformado y las prácticas agrarias. La pérdida de complejidad estructural de la vegetación, de su contenido en carbono y la ‘regularización’ del relieve son una constante. Todas estas alteraciones redundan en un descenso de la infiltración de la lluvia y un aumento de la escorrentía, lo que resulta en una mayor proporción de escorrentía para la misma cantidad de precipitación.